Mi alfiler pulsante – El Hirsutismo

Para los demás puedes parecer una persona fuerte, pero sólo es en el alma imperceptible a los ojos dónde

Muchas veces la respuesta a mi cantidad de pelos era que mi mamá había comido mucho queso y huevos durante su embarazo. Me ponían apodos y siempre hacían comentarios de mis vellos, pero ahí estaba yo en silencio.

De pequeña sufrí abuso sexual por parte de mí padre, por lo que mi personalidad con los años se fue forjando a alguien tímida y callada. Nunca pude sentir amor por mi cuerpo, siempre quería cambiar algo, desde que tengo memoria.

Mis papás jamás me llevaron al médico por mis vellos, y a medida que iba creciendo cada vez tomaba más importancia este “problema” en mi vida. A los 10 años comencé a afeitarme la cara, es torso, los pechos y los brazos.

A mi corta edad y sin nadie que me guiara decidí que la mejor opción para ocultar mis vellos era cortarlos con la máquina de afeitar.

Recuerdo llegar en una primavera de 5º básico a mi sala de clases y que Fernanda, que siempre hacía bullying a todos los compañeros, me preguntó si me había depilado el bozo a lo que le respondí que sí, y desde ese momento ella no paro de molestarme y decirme “bigotona”, sembrando el sobrenombre por todo el curso.

Mi cuerpo y alma habían resistido a tantas palabras duras, caricias no deseadas, miradas fijas a mi rostro, a mi cuerpo, que ya no quería seguir siendo yo misma, – ser otra persona para descansar sólo un momento – en mi mente siempre pensaba.

Mi 7º básico y 8º recuerdo era un poco más tranquilos, quizás porque me acostumbré a la idea de ser molestada y que al pasar mis compañeros susurraran sobre mí. En ese momento mi mayor problema no eran los vellos por todo mi cuerpo, en ese momento el problema era mi peso y que me molestaban muchísimo por ser gorda.

De todas maneras, seguí ocupando métodos distintos de depilación. Recuerdo que por muchos años usé cremas para depilarme la cara porque cada vez mis vellos se ponían más gruesos y negros. Casi siempre mi cara se quemaba y después vaya que ardía. Eran las consecuencias de tener una vida más tranquila, porque quizás mañana tendría que aguantar menos burlas, eso esperaba por lo menos y ese siempre fue mi consuelo.

Probé con las bandas depilatorias también, pero siempre sacaba capas superficiales de piel.

“Máquinas de afeitar, máquina eléctrica para depilar,

pinzas para este momento poder soportar”

A los quince años mi personalidad y actitud no había tenido grandes cambios, pero sí el verano de 8º a 1º medio bajé mucho de peso y la aceptación de mis pares fue increíble, me sentía una de ellos, era más normal al fin.

Y aunque haya bajado de peso mis “amigos” de ese entonces, de los que muchos eran mis ex compañeros de básica, los mismos que me molestaban por ser gorda o peluda, seguían hablando de mi a mis espaldas.

Recuerdo una vez ir a la casa de Julia y que estuviéramos con dos amigas más. Le marqué a su celular sin querer y entonces me vi ahí en sus contactos como “Barba”. Nunca olvidaré la sensación de pena y ese dolor que te clava en el estómago, pero yo y mi personalidad no me dejaron decir ni una palabra y seguimos en lo que estábamos, planeando qué haríamos en la noche.

Episodios así tengo varios, muchos no los recuerdo con claridad.

Mientras fui creciendo las personas cercanas eran cada vez más respetuosas conmigo, pero siempre existía esa mirada fija a mi cara por lo menos una vez al día de alguien.
Comencé a maquillarme para que no se notara mucho el crecimiento de los vellos, sobre todo en el mentón y el cuello, ya que después de cinco años mi cara comenzó a colocarse más oscura y con manchas negras.

A todo el mundo quiero ocultarle lo que me pasa. Porque esto no es vanidad, es algo que afecta mi vida, mi rutina, mi autoestima y mis ganas de ser cómo realmente quiero ser.

Con los años he perfeccionado mi técnica de maquillaje, usando primers y selladores, correctores, bases de mejor textura y el tono más parecido al color de mi piel. Creo que nunca me he aceptado tal como soy, creo que nunca me he querido como quisiera hacerlo.

En algún momento pensé cómo sería ser yo misma y dejar de depilarme el rostro, cómo sería ya no destinar el tiempo diario en hacerlo y estar de mejor ánimo, no sufrir al verme y la verdad es que no lo logro, me cuesta tanto la idea dejar el lastre que me ha acompañado toda la vida. Al mismo tiempo quiero ser libre.

Llevo 17 años afeitando mi cara y cuerpo, destinando 100 minutos diarios a ello.

Cómo sería mi vida con esos 431 días más?

Cómo sería mi vida con esas 10.340 horas más?

Cómo sería mi vida con esos 620.500 minutos más?

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